La publicidad es divertida

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Retomando el final del segundo punto, a mí no me cabe ninguna duda de que los anuncios de la televisión destacan por su calidad, cuando los comparamos con la mayor parte de los espacios televisivos que adornan nuestras pantallas. Son el ansiado oásis de las teleseries tontas, de las telenovelas histriónicas o de los denostados concursos veraniegos.

Son realmente una programación muy de agradecer en tantas y tantas ocasiones en las que nos sentamos delante de la caja tonta sólo para desconectar de nosotros mismos. Sin necesidad de acudir a los festivales publicitarios o a los programas de zapping de anuncios internacionales, muchos de los anuncios que ocupan la parrilla me despiertan más sonrisas que ninguna serie televisiva excepción hecha de Aquí no hay quien viva, y Siete vidas, cuyos guionistas no deben ser de este mundo.

En cuanto a lo de ver películas sin cortes publicitarios, estoy de acuerdo cuando la película es buena (cosa que sucede en contadas ocasiones en la televisión). Y para eso están los DVDs o las redes P2P, o pagar por el Canal Digital.